Especialistas de la Sociedad Americana de Medicina e Higiene Tropical (ASTMH) detectaron en Bolivia nuevos casos del virus Chapare, que tiene similitudes con el ébola y que se puede contagiar de persona a persona a través de las secreciones, incluso en un entorno de atención médica. No existe un tratamiento específico contra este mal, del que se han registrado brotes en 2003 y 2019.
En enero de 2003, un joven granjero de Samuzabeti (Chapare) presentó fiebre y dolor de cabeza. A los pocos días, el paciente, de 22 años, empezó a sentir molestias en músculos y articulaciones. Vómitos y hemorragias siguieron después. El médico tratante, Simón Delgado, hizo pruebas de dengue y fiebre amarilla, las que dieron negativo. Intrigado, envió muestras del virus a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). Estos determinaron que se trataba de un nuevo tipo de arenavirus.
Desde entonces no se supo más de este indeseado descubrimiento, hasta 2019, cuando un nuevo estudio detectó más casos, también en Bolivia. “Nuestro trabajo confirmó que un joven médico residente, uno de ambulancia y un gastroenterólogo contrajeron el virus después de encontrarse con pacientes infectados, y dos de estos trabajadores sanitarios fallecieron más tarde”, dijo la epidemióloga Caitlin Cossaboom, de los CDC. También uno de los pacientes perdió la vida.
Los expertos estiman que la enfermedad se originó en los ratones de campo y que las personas que se contagiaron tuvieron contacto con las fecas de los roedores, aunque no hay certeza absoluta de ello. La alta tasa de mortalidad, un 60 por ciento al menos, enciende las alarmas entre los expertos, que -en todo caso- afirman que es poco probable que haya una pandemia. “Las fiebres hemorrágicas como el ébola rara vez se propagan tan ampliamente como las enfermedades respiratorias”, dijo Colin Carlson, investigador de la Universidad de Georgetown.
El especialista explicó que ello se debe a que los síntomas aparecen poco después de las infecciones, y que como se requiere contacto directo con los fluidos, su contagio es más difícil. Sin embargo “los brotes pueden devastar los sistemas de atención médica, con un gran número de trabajadores que se enferman tras atender a los pacientes infectados” sin la debida protección. Los síntomas del Chapare son similares a los del ébola: fiebre, dolor de cabeza, malestar abdominal, sarpullidos, insuficiencia orgánica y hemorragias. Actualmente no se conocen brotes activos de la enfermedad.